Macronutrientes explicados en palabras fáciles

Que son los macronutrientes y su impacto fisiológico

Mediante la acción voluntaria de comer, agregamos a nuestro cuerpo sustancias que actúan de diversas maneras. A nivel fisiológico, estos alimentos intervienen sobre nosotros por medio de los macronutrientes y micronutrientes que realizan diferentes funciones que sirven para sustentar nuestro organismo. 

Hoy presentamos un explicación sencilla y fácil de leer sobre los macronutrientes  – los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas – .

Los hidratos de carbono son la fuente de energía más eficiente del cuerpo. Si bien no son esenciales, si son fundamentales. Podríamos subsistir sin hidratos pero esto significaría un coste de recursos energéticos muy alto, debido a que al cuerpo le cuesta mucho más trabajo obtener energías a través de grasas y más aun de proteínas.

Entre los hidratos encontramos algunos que sueltan energía más rápidamente, como la mayoría de las frutas, algunos vegetales y algunos endulzantes naturales como la miel o el sirope de ágave.

Hay otros que al ingerirlos representan una fuente de energía más estable ya que van soltando su glucosa (el combustible energético celular, una forma de azúcar, constituyente de la mayoría de hidratos de carbono) paulatinamente. Estos son los cereales integrales: el arroz integral, la cebada, la avena, el centeno, el kamut, la espelta, el mijo, la quinoa y el trigo sarraceno, entre otros.

Las proteínas cumplen con una necesidad estructural y funcional. Entre sus propiedades se cuentan las de regenerar tejidos y otras funciones metabólicas esenciales. Estas, a diferencia de los hidratos y las grasas, no se acumulan ni reservan en nuestro cuerpo por lo que es necesario ingerirlos cada día.

Las proteínas están presentes en carnes, pescados, huevos, legumbres (lentejas, azukis, garbanzos, soja) y también en algas, semillas, setas y frutos secos.

Las grasas representan un nutriente esencial y tiene que estar presente a diario en nuestra alimentación. Estas tienen funciones energéticas, aunque también participan en otros procesos necesarios para que nuestro organismo trabaje correctamente. Grasa no es igual a obesidad necesariamente. Un ejemplo de esto es que hay grasas poliinsaturadas que si no son consumidas simultáneamente con grasas saturadas, colaboran en el proceso de pérdida de peso -si quieres más referencias sobre esto te sugiero que leas estudios de Endocrinología y Nutrición como por ejemplo los de Julián F. Hernando Boigues y Núria Mach-.

Entre las grasas de origen vegetal, encontramos los ácidos grasos poliinsaturados que provienen de semillas y frutos secos, por ejemplo los aceites de lino o sésamo. Estos poseen propiedades anti inflamatorias y/o de reconstrucción de membranas celulares Es necesario tener cuidado con la conservación de estos aceites siendo lo más adecuado mantenerlos en la nevera y no a una temperatura ambiente, por lo que podemos llegar a la conclusión obvia que nunca deben ser cocinados.

Los ácidos monoinsaturados, también de origen vegetal, se encuentran por ejemplo en el aceite de oliva y es aconsejable su consumo diario. Estas grasas se pueden cocinar aunque hay que evitar que se quemen. Si cuando las cocinamos llegamos al punto en el que sale humo, se vuelven altamente tóxicas. Es por esto que es mejor evitar fuegos altos.

Las grasas de origen animal son saturadas y aunque no son un veneno, hay que evitar el abuso. Es muy recomendable quitar la grasa visible del pollo, jamón o la carne que vayamos a comer, por mencionar alguna sugerencia.

Textos realizados con la supervisión de mi Coach Nutricional Diego De Castro.

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