¿Cómo el yoga trabaja sobre las fascias?

Las fascias son membranas que recubren y conectan entre sí músculos, órganos y huesos. Son fundamentales para un óptimo rendimiento y para la salud general. La práctica de yoga es un ejercicio ideal para trabajar esta importante parte del cuerpo.

Las fascias podrían interpretarse como una tela que separa las diferentes partes del cuerpo. Están desde tu cabeza, hasta la punta de tus pies y se compone por fibras de colágeno y fibras elásticas suspendidas en sustancia fundamental (un líquido viscoso).

El colágeno es resistente, y las fibras elásticas son flexibles, por lo cual, las fascias son a su vez un tejido conectivo resistente y flexible, generalmente dinámico.

Las fascias: qué son y cómo te afectan

Las fascias se dividen en tres, superficial, profunda y visceral.

  1. Superficial: es la capa más profunda de la piel, llamada hipodermis, contiene muchas células grasas que ayudan a mantener la temperatura del cuerpo, protegiéndolo del frio.
  2. Profunda: es una membrana fina y traslúcida que envuelve y separa los músculos y órganos entre sí. Permiten que los músculos se estiren y contraigan sin fricción debido a su consistencia líquida y resbaladiza.
  3. Visceral: es la fascia profunda que recubre los órganos internos.

Las fascias pueden lesionarse de dos formas: adherencias y cicatrices.

Las primeras hacen referencia a cuando dos estructuras distintas se unen entre sí, pegándose entre ellas y dando como resultado la adherencia. Esto sucede cuando hay poco movimiento o movimientos repetitivos que generan el acortamiento de la movilidad del músculo o la rigidez.

Las cicatrices, por su parte, se generan como consecuencia de una lesión fuerte del tejido de la fascia, produciendo un exceso de colágeno para reparar la lesión generando la cicatriz; afectando a largo plazo la movilidad orgánica de la zona afectada.

 Cómo se comporta la cadena miofacial

La cadena miofacial es una línea de tensión que se forma por el tejido conectivo que genera la fuerza estructural requerida para llevar a cabo el movimiento.

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También se les conocen como líneas de tensegridad, y se refiere a que dan la cualidad de que algunas estructuras mantienen su integralidad gracias al equilibrio de fuerzas de tensión continua presentes en ellas, dando a entender que la integridad descansa en el equilibro de la tensión.

Siguiendo esta línea, los dolores musculares no son afecciones aisladas que se trabajan en la zona específica afectada, sino en cualquier parte de la fascia.

Por lo tanto, de la misma manera un dolor de cadera puede ser el resultado de un esquince en el pie o un cicatriz en la rodilla, la cadena miofacial conecta el cuerpo físico y las afecciones emocionales.

Ninguna dolencia es solo local, al mantenerse en el tiempo se va constituyendo un problema que afecta a todo tu sistema: tu postura, la que mantienes cuando estas relajado o cuando te ejercitas, afecta directa e indirectamente tu musculatura, tus huesos, tus órganos, tu circulación, tu sistema inmune, tus emociones y en general tu bienestar.

El yoga como herramienta para cuidar tus fascias

 El apresurado mundo del siglo XXI mantiene tu cuerpo intoxicado de muchas maneras, afectando a su vez, tus fascias o tejido muscular conectivo.

La intoxicación viene generada normalmente de pesticidas, químicos y una alta concentración de cortisol en sangre (mucho estrés), favoreciendo que la fascia pierda elasticidad e hidratación.

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Las tensiones acumuladas en el cuerpo producen modelos adaptados a tu personalidad. En otras palabras, tienen en cuenta tus propias características y se reflejan a nivel visceral.

Si las tensiones se mantienen constantes y en un largo plazo de tiempo, genera hábitos posturales que se expanden a tus músculos y finalmente a las fascias.

Las fascias registran en sus “archivos” tus impresiones emocionales y mentales. Por eso, el yoga tiene la capacidad de modificar o mejorar tu alineación del cuerpo, reajustando la relación fascia-cerebro.

Es decir, el yoga te permite modificar o re-educar, tu propia biomecánica a través de las fascias.

A través de posturas sostenidas durante un tiempo (ejercicio isométrico) o en movimiento (isodinámico) podrías modificar tus parámetros posturales mejorando tu biomecánica.

El yoga mantiene tus fascias sanas porque realizas movimientos variados y estiramientos especiales que te permiten liberar las tensiones del tejido conectivo, devolviéndole la flexibilidad y fluidez que necesita.

Herramientas complementarias para trabajar las fascias

La práctica del yoga te ofrece diferentes herramientas para cuidar y mantener saludable tu tejido conectivo, entre ellas destacan:

  • Liberación miofacial.
  • Movimientos lentos y conscientes dentro de una secuencia.
  • Comprensión del peso del cuerpo sobre los músculos.
  • Estiramientos pasivos mantenidos durante un tiempo prolongado para relajar el músculo entero (yin yoga).
  • Activación de los músculos al mismo tiempo que se están estirando.
  • Concentraciones excéntricas en las cuales el músculo se alarga y contrae a la vez.
  • Saltos y tensiones que favorecen los cambios de presión.

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Una combinación de estas actividades, en conjunto con otros tipos de ejercicio como respiración, cardio o fuerza, te dará mejores resultados para mantener tus fascias saludables.

       1. Practica respiración

Respirar conscientemente (o re-aprender a respirar) oxigena el tejido de las fascias.

       2.Varía tu movimiento

¡Los movimientos repetitivos perjudican tus fascias! También es recomendable variar tus movimientos y hacerlos diversos, de lo contrario, tus tejidos se acostumbran a la misma rutina y comenzaran a debilitarse, estando más propensos a lesiones.

   3. Estírate siempre antes de ejercitarte

Estírate, pero no lo hagas de golpe. Cuando no sueles hacer estiramientos, tus fascias se endurecen y se vuelven rígidas, limitando el movimiento y flexibilidad de tus músculos. Comienza a integrar estiramientos poco a poco en tus rutinas para cuidar tu tejido conectivo.

 4. La alimentación e hidratación es fundamental

Aunque suene a un disco rayado: aliméntate de forma saludable e hidrátate. Incluye en tu dieta suficiente agua para mantener tus fascias hidratadas como una esponja.

5. No menosprecies el poder del descanso

Descansar ayuda a que tu tejido conectivo se reconstituya favorablemente. Si no mantienes el hábito de descansar, interrumpes tu proceso.

En general, practicar yoga (y en particular el yin yoga) te permite mantener posturas apropiadas durante periodos largos de tiempo, brindándote mayor movilidad y salud a las fascias. Esto contribuye a restaurar y/o mantener su flexibilidad y fluidez.